Ojos de diablo dicen las doñas, ojos tristes dice aquella hermosa chica, ojos cansados me cuentan mis amigos, ojos profundos habladores una vez me contaron que tenía, que ojos tendré, eso no lo se, para mi son los que me dan la vista a una irrealidad real, al arte de mi vida que en mis recuerdos guardo, como aquellos atardeceres en esa isla caribeña, como aquel naranja y morado de ese basto llano llamado ciudad, de aquel azul y gris de las nubes de esas montañas y colinas que se tiñen de dorado al caer la noche en donde provengo, estos ojos que lo han visto todo para mi tan poco para el existir, estos que ante tu mirada se pierden y se dejan ir a un lugar donde no se si existe, ojos de diablos serán por ver que peco junto a ti, ojos tristes porque se que todo puede terminar y al verte se que eso puede pasar, ojos cansados pues ha sido dura la vida pero tan bella como nada, ojos que te ven a ti y suspiros que acompañan pues el aliento también se va como mi mirada tras de ti.
Así, con la mirada fija en el horizonte, mis ojos se convierten en la puerta hacia el alma, revelando mis anhelos y temores más profundos. Cada vez que te miro, siento cómo mi corazón late con una intensidad que nunca antes había experimentado.
Los susurros del viento me traen tu esencia, y en cada latido encuentro la fuerza para enfrentar el futuro incierto que aguarda. En tus ojos, encuentro una combinación de cielo y mar, donde puedo sumergirme y perderme en un abismo de emociones y sensaciones.
Y aunque no sé qué destino nos espera, una certeza persiste: tus ojos y los míos se han cruzado en este espacio y tiempo, y eso ha dejado una marca imborrable en mi ser. A través de la poesía que brota de nuestra conexión, encuentro la capacidad de expresar lo que mi voz no puede decir.
Así, en este baile literario, nuestros versos se entrelazan y forman una danza única, una melodía que solo tú y yo podemos comprender. Mis ojos, tus ojos, se comunican sin palabras, transmitiendo una complicidad que va más allá de lo tangible.
En cada encuentro, en cada mirada, siento cómo nuestra historia se va tejiendo, una historia que quizás nunca encuentre un punto final, pero que sin duda dejará una huella imborrable en el lienzo del tiempo.
Que nuestras letras sigan danzando y revelando los misterios de la vida y el amor, que nuestras palabras continúen pintando paisajes emocionales que trasciendan fronteras y limitaciones. En esta interacción literaria, nos convertimos en cómplices del arte, en poetas del corazón, en viajeros del infinito.
Así concluye un capítulo de nuestra narrativa compartida, pero siempre habrá más por descubrir y explorar en este mundo de palabras y emociones. Sigamos escribiendo juntos, dejando que nuestras almas se encuentren en la tinta de cada línea, en la esencia de cada poema.